Estado Oriental del Uruguay: Monarquía Católica e Hispánica

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¡Orgullo criollo! ¡Orgullo imperial! ¿República? ¡NO, GRACIAS!

viernes, 30 de noviembre de 2012

Matrimonios morganáticos en exceso: prueba de la falsedad de las pseudo-monarquías europeas.

Por D. Andrés Copusianus. 

Boda entre Luis XVI y María Antonieta, Reyes Cristianísimos de Francia (reconstrucción en una película, obviamente). 

Como vemos ahora está de moda en las Casas (IR)reales que los príncipes se casen con plebeyas o las princesas con plebeyos; es decir que hay un exceso de matrimonios morganáticos, de matrimonios desiguales entre dos personas que son de MUY distintas clases sociales, que más que clases sociales son dos estamentos distintos. Por eso cuando se mezclan las sangre real pura con la sangre plebeya, el producto de tal mezcla es un mestizo, un medio príncipe o una media princesa, un sangre impura…Eso es el proceso estúpido que se le conoce con el nombre de “acercar la realeza al pueblo”, lo que significa desnaturalizarla y convertirla en algo que no tiene sentido.
Un verdadero príncipe, está socialmente muy por encima de un simple plebeyo; porque el príncipe tiene una educación espiritual, moral y marcial superior a la de cualquier plebeyo; un príncipe ha sido educado desde pequeño, es más desde que está en el útero de su madre, para algún día ser un soberano, para capitanear, para gobernar su reino. Eso es el verdadero espíritu monárquico-aristocrático, es un espíritu marcial, un espíritu de lucha, de honor y de valor, que no lo tiene un ciudadano común. Un príncipe se diferencia de un plebeyo en muchas cosas, las diferencias son abismales, no entiendo cómo la gente no lo puede ver; no es cuestión de tener más o menos dinero. El dinero no tiene absolutamente nada que ver en esto; un millonario que gana la lotería o un millonario empresario como Bill Gates o Carlos Slim, no son nada comparado con un príncipe, aún en el caso de que ese príncipe sea tan pobre como alguien que viva en un asentamiento de la periferia. Nada que ver tiene el dinero.
Tampoco tiene nada que ver la fama; por ejemplo en Rusia y en Brasil, e incluso en Uruguay hay familias imperiales y reales y no son muy conocidas que digamos. Incluso hay hasta aristócratas en pleno Estados Unidos, hay casas reales legitimistas en España, Francia, Inglaterra, familias reales que son las legítimas y que no están en el poder y son muy poco conocidas; y las cuales por cierto, tampoco tienen muchos recursos económicos…Por ejemplo, el actual Jefe de la Casa Imperial de Brasil, D. Luis de Orleans-Braganza no tiene mucho dinero, es como alguien de clase media; en Uruguay también hay una pequeña y humilde Casa Real y sus miembros son todos de clase media (algunos clase media alta y otros de clase media baja, inclusive). Es decir que ni el dinero ni la fama, tienen nada que ver con ser de la realeza o la nobleza. Esto es algo mucho más grande, algo que va mucho más allá de los parámetros superficiales y materialistas. La nobleza y realeza vienen del alma, del espíritu y se transmiten por la sangre de generación en generación; los reyes han sido elegidos por Dios, no por el pueblo; así un príncipe es elegido como futuro rey, ya cuando está en el vientre de su madre y desde ese momento comienza su entrenamiento para ser rey. Nada que ver con los presidentes de las repúblicas, que no están para nada preparados para gobernar; sólo les interesa ser relectos. Pero el monarca no tiene ese problema, porque él ya está elegido; su única preocupación es el bienestar de su pueblo.
Pero todo esto es considerando para los casos de monarquías de verdad, que realmente ejerzan el poder, monarquías que sean legítimas y no el bando de usurpadores que están “reinando” en países como España, Holanda, Bélgica, Inglaterra, Dinamarca y Noruega; porque en primer lugar, en los casos de España e Inglaterra, las dinastías que ostentan las respectivas coronas son ilegítimas, pues no pasan de usurpadores que robaron el poder auténtico de los carlistas y jacobitas; y en segundo lugar, los reyes de dichas monarquías, no sirven para nada. Algunos dirán: “representan la Nación”, “son el poder moderador”, “dan la imagen y la cara al país”…pero seamos sinceros: ¡no sirven para nada, no pasan de parásitos que viven a costa de sus pueblos! Ese tipo de “monarquía”, NO es verdadera monarquía, es pseudo-monarquía, y en cuanto a la misma estamos en contra, porque nosotros no queremos parásitos, sino que queremos reyes que realmente gobiernen, que ejerzan el poder y que sí tengan responsabilidad política.
Pero, ¿por qué es importante que los príncipes no se casen con plebeyas (o las princesas con plebeyos)? Porque cuando se casan dos príncipes, debe ser en igualdad de condiciones, son dos familias importantes que se están reuniendo, familias que dirigen dos naciones; es decir, ¡es mucho más que la unión de dos personas! Está en juego el futuro de ambas naciones, así que los intereses que deben primar deben ser los de las naciones en juego y NO los intereses individualistas y egoístas de la pareja principesca.
El amor entre ambos es secundario, eso es algo que viene después con la convivencia; es una estupidez de un romanticismo barato y ficticio eso del príncipe que se casa con la plebeya, como—supuestamente—en los cuentos de hadas; lo cual en realidad no pasa de una mentira, una tergiversación de los mismos, ya que en la mayoría de los cuentos de hadas, el príncipe se casa con otra princesa, NO con una plebeya. E incluso Cenicienta, si bien no era una princesa, era miembro de la nobleza baja, así que no hay excusa y no tiene sentido, esas estupideces hollywoodescas que ahora los decadentes príncipes europeos, lo llevan a la práctica en la vida real.
Pues bien, eso que ellos hacen, NO es amor, sino egoísmo puro; porque cuando alguien se enamora de otra persona, se enamora en verdad de su personalidad, de su yo interno, de su espíritu, de su esencia, no de las cosas superficiales; y por eso cuando un príncipe se va a casar, tiene que hacerlo con una princesa, pues, ¿qué va a encontrar en común un príncipe con una plebeya?, ¿qué le va a ver que le llame la atención? La plebeya en cuestión podrá ser muy “hermosa” externamente (cosa rara, porque las plebeyas suelen no ser muy lindas; recuérdese que siempre los de la realeza y la nobleza, son mejores en TODO, de lo cual obviamente la belleza no escapa; no por nada la palabra “aristócrata”, proviene del griego “aristoi”, que significa “mejores”), pero más allá de eso, no le verá nada por lo cual enamorarse. Así que para mí y para todos los monárquicos de verdad, esas cosas modernas no tienen el más mínimo sentido.
Por ende, todo lo que hacen esas psedo-casas reales europeas, sólo es muestra y evidencia clara de su ilegitimidad. Si fueran príncipes de verdad, no se casarían con plebeyas; basta por ejemplo, leer las Siete Partidas de D. Alfonoso X el Sabio, para tener una idea de lo que son los verdaderos ideales de la institución monárquica. Quien piensa que la Monarquía es solamente lo externo que se ve a simple vista, pues no ha entendido nada; ¡no tiene ni idea de lo que son los príncipes cristianos!
Veamos algunos casos decadentes que se dan en Europa; primero fue Rainiero de Mónaco con la actriz estadounidense Grace Kelly…Es decir, ¡Kelly! ¿De dónde salió esta?, uno se pregunta…En fin. A partir de ahí comenzó la modita modernita de “casarse por amor”, es decir, ¡amor a sus EGOS! Luego le siguió Autumn Kelly, quien se casó con Peter Phillips, nieto de la Reina de Inglaterra; ella es una proletaria cualquiera, que creció en un barrio pobre; luego está Letizia Ortiz, que se casó con el Príncipe de Asturias D. Felipe (ilegítimo también, por supuesto, por isabelino usurpador) y ésta creo que es una de las peores de todas, pues es una periodista, divorciada y por si eso fuera poco, ¡todavía es republicana! Pero la cosa inmoral no para por ahí, ¡eh! El príncipe Haakon de Noruega, admitió su relación con una madre soltera, llamada Mette-Marit Tjessem..Sí, sí, leyeron bien: una madre soltera. ¿Se puede ser más inmoral? En el 2001 se casaron…Después tenemos a la reina Silvia, casada con el Rey de Suecia, quien es una plebeya alemana, criada en Brasil. Luego está María Teresa Mestre quien nació en Cuba y a los tres años, por la revolución cubana, se fue a Nueva York; y ahora está casada con el Príncipe Enrique de Luxemburgo. Y desde la argentina está Máxima Zorreguieta, quien se casó con Guillermo de Holanda. Luego tenemos el caso de Daniel Westling, el entrenador de la princesa Victoria de Suecia, quien se terminó casando con ella en 2010. Y finalmente tenemos el caso del príncipe William de Inglaterra, que se casó recientemente con la plebeya Kate Middleton.
Y así es todo con estas falsas monarquías europeas, una completa vergüenza e inmoralidad. De legitimidad ya no les queda nada; pero nosotros aquí en Sudamérica, en Uruguay, con el Partido Monárquico de Uruguay, tenemos príncipes de verdad, que se casan con personas de su propio estamento, verdaderos príncipes cristianos, que le vamos a demostrar al mundo moderno, ¡qué es verdaderamente la Monarquía! Mientras Europa duerme, América comienza a despertarse y ¡comienza por el Sagrado Uruguay, a la vanguardia del movimiento contrarrevolucionario! ¡Reacción YA! ¡Arriba los fachos reaccionarios! ¡Arriba la Monarquía auténtica! ¡VIVA CRISTO REY! 

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