Boda entre Luis XVI y María Antonieta, Reyes Cristianísimos de Francia (reconstrucción en una película, obviamente). |
Como vemos ahora está de moda en las Casas (IR)reales que
los príncipes se casen con plebeyas o las princesas con plebeyos; es decir que
hay un exceso de matrimonios morganáticos, de matrimonios desiguales entre dos
personas que son de MUY distintas clases sociales, que más que clases sociales
son dos estamentos distintos. Por eso cuando se mezclan las sangre real pura
con la sangre plebeya, el producto de tal mezcla es un mestizo, un medio
príncipe o una media princesa, un sangre impura…Eso es el proceso estúpido que
se le conoce con el nombre de “acercar la realeza al pueblo”, lo que significa
desnaturalizarla y convertirla en algo que no tiene sentido.
Un verdadero príncipe, está socialmente muy por encima de
un simple plebeyo; porque el príncipe tiene una educación espiritual, moral y
marcial superior a la de cualquier plebeyo; un príncipe ha sido educado desde
pequeño, es más desde que está en el útero de su madre, para algún día ser un
soberano, para capitanear, para gobernar su reino. Eso es el verdadero espíritu
monárquico-aristocrático, es un espíritu marcial, un espíritu de lucha, de
honor y de valor, que no lo tiene un ciudadano común. Un príncipe se diferencia
de un plebeyo en muchas cosas, las diferencias son abismales, no entiendo cómo
la gente no lo puede ver; no es cuestión de tener más o menos dinero. El dinero
no tiene absolutamente nada que ver en esto; un millonario que gana la lotería
o un millonario empresario como Bill Gates o Carlos Slim, no son nada comparado
con un príncipe, aún en el caso de que ese príncipe sea tan pobre como alguien
que viva en un asentamiento de la periferia. Nada que ver tiene el dinero.
Tampoco tiene nada que ver la fama; por ejemplo en Rusia
y en Brasil, e incluso en Uruguay hay familias imperiales y reales y no son muy
conocidas que digamos. Incluso hay hasta aristócratas en pleno Estados Unidos,
hay casas reales legitimistas en España, Francia, Inglaterra, familias reales
que son las legítimas y que no están en el poder y son muy poco conocidas; y
las cuales por cierto, tampoco tienen muchos recursos económicos…Por ejemplo,
el actual Jefe de la Casa Imperial de Brasil, D. Luis de Orleans-Braganza no
tiene mucho dinero, es como alguien de clase media; en Uruguay también hay una
pequeña y humilde Casa Real y sus miembros son todos de clase media (algunos
clase media alta y otros de clase media baja, inclusive). Es decir que ni el
dinero ni la fama, tienen nada que ver con ser de la realeza o la nobleza. Esto
es algo mucho más grande, algo que va mucho más allá de los parámetros
superficiales y materialistas. La nobleza y realeza vienen del alma, del espíritu
y se transmiten por la sangre de generación en generación; los reyes han sido
elegidos por Dios, no por el pueblo; así un príncipe es elegido como futuro
rey, ya cuando está en el vientre de su madre y desde ese momento comienza su
entrenamiento para ser rey. Nada que ver con los presidentes de las repúblicas,
que no están para nada preparados para gobernar; sólo les interesa ser
relectos. Pero el monarca no tiene ese problema, porque él ya está elegido; su
única preocupación es el bienestar de su pueblo.
Pero todo esto es considerando para los casos de
monarquías de verdad, que realmente ejerzan el poder, monarquías que sean
legítimas y no el bando de usurpadores que están “reinando” en países como
España, Holanda, Bélgica, Inglaterra, Dinamarca y Noruega; porque en primer
lugar, en los casos de España e Inglaterra, las dinastías que ostentan las
respectivas coronas son ilegítimas, pues no pasan de usurpadores que robaron el
poder auténtico de los carlistas y jacobitas; y en segundo lugar, los reyes de
dichas monarquías, no sirven para nada. Algunos dirán: “representan la Nación”,
“son el poder moderador”, “dan la imagen y la cara al país”…pero seamos
sinceros: ¡no sirven para nada, no pasan de parásitos que viven a costa de sus
pueblos! Ese tipo de “monarquía”, NO es verdadera monarquía, es pseudo-monarquía,
y en cuanto a la misma estamos en contra, porque nosotros no queremos
parásitos, sino que queremos reyes que realmente gobiernen, que ejerzan el
poder y que sí tengan responsabilidad política.
Pero, ¿por qué es importante que los príncipes no se
casen con plebeyas (o las princesas con plebeyos)? Porque cuando se casan dos
príncipes, debe ser en igualdad de condiciones, son dos familias importantes
que se están reuniendo, familias que dirigen dos naciones; es decir, ¡es mucho
más que la unión de dos personas! Está en juego el futuro de ambas naciones,
así que los intereses que deben primar deben ser los de las naciones en juego y
NO los intereses individualistas y egoístas de la pareja principesca.
El amor entre ambos es secundario, eso es algo que viene después con la convivencia;
es una estupidez de un romanticismo barato y ficticio eso del príncipe que se
casa con la plebeya, como—supuestamente—en los cuentos de hadas; lo cual en
realidad no pasa de una mentira, una tergiversación de los mismos, ya que en la
mayoría de los cuentos de hadas, el príncipe se casa con otra princesa, NO con
una plebeya. E incluso Cenicienta, si bien no era una princesa, era miembro de
la nobleza baja, así que no hay excusa y no tiene sentido, esas estupideces
hollywoodescas que ahora los decadentes príncipes europeos, lo llevan a la
práctica en la vida real.
Pues bien, eso que ellos hacen, NO es amor, sino egoísmo
puro; porque cuando alguien se enamora de otra persona, se enamora en verdad de
su personalidad, de su yo interno, de su espíritu, de su esencia, no de las
cosas superficiales; y por eso cuando un príncipe se va a casar, tiene que
hacerlo con una princesa, pues, ¿qué va a encontrar en común un príncipe con
una plebeya?, ¿qué le va a ver que le llame la atención? La plebeya en cuestión
podrá ser muy “hermosa” externamente (cosa rara, porque las plebeyas suelen no
ser muy lindas; recuérdese que siempre los de la realeza y la nobleza, son
mejores en TODO, de lo cual obviamente la belleza no escapa; no por nada la
palabra “aristócrata”, proviene del griego “aristoi”, que significa “mejores”),
pero más allá de eso, no le verá nada por lo cual enamorarse. Así que para mí y
para todos los monárquicos de verdad, esas cosas modernas no tienen el más
mínimo sentido.
Por ende, todo lo que hacen esas psedo-casas reales
europeas, sólo es muestra y evidencia clara de su ilegitimidad. Si fueran
príncipes de verdad, no se casarían con plebeyas; basta por ejemplo, leer las
Siete Partidas de D. Alfonoso X el Sabio, para tener una idea de lo que son los
verdaderos ideales de la institución monárquica. Quien piensa que la Monarquía
es solamente lo externo que se ve a simple vista, pues no ha entendido nada;
¡no tiene ni idea de lo que son los príncipes cristianos!
Veamos algunos casos decadentes que se dan en Europa;
primero fue Rainiero de Mónaco con la actriz estadounidense Grace Kelly…Es
decir, ¡Kelly! ¿De dónde salió esta?, uno se pregunta…En fin. A partir de ahí
comenzó la modita modernita de “casarse por amor”, es decir, ¡amor a sus EGOS!
Luego le siguió Autumn Kelly, quien se casó con Peter Phillips, nieto de la
Reina de Inglaterra; ella es una proletaria cualquiera, que creció en un barrio
pobre; luego está Letizia Ortiz, que se casó con el Príncipe de Asturias D.
Felipe (ilegítimo también, por supuesto, por isabelino usurpador) y ésta creo
que es una de las peores de todas, pues es una periodista, divorciada y por si
eso fuera poco, ¡todavía es republicana! Pero la cosa inmoral no para por ahí,
¡eh! El príncipe Haakon de Noruega, admitió su relación con una madre soltera,
llamada Mette-Marit Tjessem..Sí, sí, leyeron bien: una madre soltera. ¿Se puede
ser más inmoral? En el 2001 se casaron…Después tenemos a la reina Silvia, casada
con el Rey de Suecia, quien es una plebeya alemana, criada en Brasil. Luego
está María Teresa Mestre quien nació en Cuba y a los tres años, por la
revolución cubana, se fue a Nueva York; y ahora está casada con el Príncipe
Enrique de Luxemburgo. Y desde la argentina está Máxima Zorreguieta, quien se
casó con Guillermo de Holanda. Luego tenemos el caso de Daniel Westling, el
entrenador de la princesa Victoria de Suecia, quien se terminó casando con ella
en 2010. Y finalmente tenemos el caso del príncipe William de Inglaterra, que
se casó recientemente con la plebeya Kate Middleton.
Y así es todo con estas falsas monarquías europeas, una
completa vergüenza e inmoralidad. De legitimidad ya no les queda nada; pero
nosotros aquí en Sudamérica, en Uruguay, con el Partido Monárquico de Uruguay,
tenemos príncipes de verdad, que se casan con personas de su propio estamento,
verdaderos príncipes cristianos, que le vamos a demostrar al mundo moderno,
¡qué es verdaderamente la Monarquía! Mientras Europa duerme, América comienza a
despertarse y ¡comienza por el Sagrado Uruguay, a la vanguardia del movimiento
contrarrevolucionario! ¡Reacción YA!
¡Arriba los fachos reaccionarios! ¡Arriba la Monarquía auténtica! ¡VIVA CRISTO
REY!